¿Alguna vez tu hijo o hija te ha dicho un «¡Ya no te quiero!» o “¡Eres mala!”?
Quizás fue después de decirle que no a algo que deseaba mucho, en medio de una situación de tensión o de una rabieta monumental. Estoy segura de que, aunque intentaras mantener la calma, te costó, porque este tipo de frases duelen. Incluso, según en qué momento estés tú (emocionalmente hablando), te pueden llegar a afectar mucho.
Es normal que, al escuchar este tipo de frases, una parte de ti se sienta rechazada, triste o incluso enfadada. Sin embargo, quiero dejarte algo muy claro: tu hij@ no te está dejando de querer. Lo que está intentando es gestionar una emoción muy grande con herramientas muy pequeñas.
Cuando un niñ@ lanza un “ya no te quiero” o un “eres mala”, en realidad está diciendo algo muy distinto. Está exteriorizando su frustración, dolor, desbordamiento o incomprensión. Esa frase no es una declaración profunda de sus sentimientos hacia ti, sino una expresión intensa e inmadura (como le corresponde por su edad) de lo que está sintiendo en ese momento. Lo que realmente quiere decir es: “No me gusta lo que ha pasado” o “Estoy muy enfadad@ y no sé cómo decírtelo de otra forma”.
Desde la Disciplina Positiva, lo que buscamos es mirar más allá de las palabras y atender qué se esconde detrás de las palabras, qué emoción puede haber debajo. En lugar de responder con distancia o con más dureza, puedes sostener esa emoción desde el vínculo que te une con tu hij@, que es único.
Puedes decirle que entiendes su enfado, que también te cuesta cuando algo no te sale como quieres, y terminar recordándole que le quieres siempre, incluso cuando está muy enfadad@. Eso no significa que valides la forma de expresarlo, sino que acompañas su emoción para que, poco a poco, aprenda a expresarla de una manera más respetuosa.
Más adelante, cuando haya pasado la tormenta, es el momento de hablar con calma. Como digo siempre, educamos en frío, no en caliente. Puedes ayudarle a poner nombre a lo que sintió, a buscar otras formas de expresarse y, sobre todo, a saber que tu amor no desaparece cuando se porta “mal” o cuando dice algo que te duele.
Porque al final, ese “ya no te quiero” no es el fin del mundo. Es una oportunidad para demostrarle que el amor verdadero no se rompe con una frase, que sigues ahí, disponible, incluso cuando todo se tambalea. Y eso, sin duda, deja huella.
Si este tema te ha removido por dentro, si alguna vez te has sentido perdida ante las emociones intensas de tu hij@ o te preguntas cómo acompañarle sin gritos ni castigos, te invito a profundizar en todo esto conmigo.
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Te espero con los brazos abiertos.
Un abrazo fuerte,
María