¿Alguna vez te has preguntado por qué tu hij@ te ignora cuando le dices lo que tiene que hacer? Pues quiero que sepas algo importante: no estás sola, y lo más probable es que su «desobediencia» sea una forma de comunicarse contigo.

En la crianza, es fácil caer en la trampa de pensar que un niño desobediente es un niño «difícil» o que estamos fallando como madres, que estamos haciendo algo mal. Pero, ¿y si te dijera que esos comportamientos son una oportunidad para conectar entre vosotros y para enseñarle desde el amor y el respeto?

Primero, es importante entender que la «desobediencia» no es más que una respuesta natural de un niñ@ que está explorando su autonomía o que necesita algo que no sabe cómo expresar. Muchas veces, los niños buscan atención, están comprobando hasta dónde llegan los límites o simplemente están lidiando con emociones que no saben gestionar. También puede ocurrir que actúen así cuando se sienten «desconectados emocionalmente», y su forma de pedir ayuda suele ser interpretada como un «mal comportamiento».

La Disciplina Positiva nos invita a cambiar el enfoque: en lugar de controlar a los niños, queremos enseñarles habilidades de vida y fomentar una relación basada en el respeto mutuo.

¿Y cómo se consigue esto? Para empezar, con pequeños cambios en cómo te comunicas con él. Por ejemplo, antes de pedirle algo, asegúrate de que estáis conectados. Baja a su nivel, haz contacto visual y utiliza un tono amable. Algo tan simple como reconocer su punto de vista marca una gran diferencia: «Entiendo que estás jugando y que no quieres parar, pero es hora de cenar». Límite claro, pero entendiendo lo que siente.

Después, en lugar de recurrir al castigo, aplica consecuencias lógicas que estén directamente relacionadas con lo que ha pasado. Recuerda que buscamos soluciones, no culpables. Entonces, si tu hijo tira el zumo expresamente, no le pegarás la gran bronca (con sermón incluido), simplemente le pedirás que te ayude a limpiarlo. Le estarás enseñando a ser responsable de lo que hace sin recurrir a la humillación.

Detrás de cada situación de «desobediencia» siempre hay una emoción que merece ser validada. Antes de corregirle, es importante que reconozcas lo que siente. Puedes decir algo como: «Entiendo que no te apetece recoger porque es un rollo, pero si no recogiéramos nunca, la habitación estaría llena de juguetes por el suelo y no podríamos ni entrar. Si quieres, te puedo ayudar». Este simple acto de validación le enseña que sus emociones son importantes y que siempre pueden contar contigo para regularlas.

Educar a tus hijos aplicando la Disciplina Positiva no significa que dejaréis de vivir momentos desafiantes, significa que cada situación será una oportunidad para enseñarles a gestionar sus emociones y tomar decisiones responsables. Con paciencia, perseverancia y mucho amor, estarás sembrando las bases para que tus hijos crezcan siendo personas empáticas, seguras y respetuosas.

Recuerda que la desobediencia no define ni a tu hijo ni a ti como madre. Es solo una parte normal del aprendizaje. ¡Estás haciendo un gran trabajo!

Si cada vez que tu hijo te desobedece acabas gritando y amenazándole, puedo ayudarte: inscríbete a mi curso de 4h Familias en Órbita.

No lo aplaces más, la infancia de tus hij@s pasa volando. Te lo agradecerán siempre.

Un abrazo fuerte,

María