Hoy me gustaría empezar con la pregunta que hago siempre a las madres y a los padres que asisten a mis conferencias y talleres: ¿qué relación quieres tener con tu hij@?
– Que confíe en mí.
– Que me cuente sus cosas.
– Que tengamos una buena comunicación.
– Que nos llevemos bien.
Éstas son las respuestas que más suelen repetirse, es lo que más deseamos las madres y los padres.
Ahora te voy a pedir que viajes al futuro y que te imagines de aquí unos años, cuando tu hijo o tu hija tenga 25 años, y quedéis para comer juntos en un restaurante que os guste. ¿Cómo te gustaría que os saludarais? ¿De qué te gustaría que hablarais? ¿Cómo te gustaría que te mirara? ¿Qué te gustaría que te contara? ¿Qué te gustaría que te pidiera?
Es bonito imaginarte cómo será tu relación con tu hijo o con tu hija en el futuro y probablemente, mientras hagas este ejercicio, vas a sonreír. Quizás incluso te emocionas, si eres muy sensible (como yo).
Ahora ya puedes volver al presente. Esa confianza, complicidad, comunicación y conexión cuando tenga 25 años empieza ahora, empieza hoy. Tu vínculo único con tu hijo empezó el día que nació y cada día va creciendo.
Puede parecer obvio, pero muchas veces se nos olvida. Estamos inmersas en los retos del día a día, en las rabietas, en las peleas entre hermanos, en los gritos, en las luchas de poder. A veces incluso explotamos porque ya no podemos más. Es normal, hay situaciones que nos sobrepasan, nos superan o nos ahogan. Sin embargo, hoy vengo a recordarte que no podemos olvidar ese vínculo que hay entre nosotros y que tenemos que irlo trabajando cada día.
Cuando vayas a explicarle por qué no está bien que escupa, cuando vayas a quejarte de que nunca ordena los juguetes o cuando vayas a echarle bronca porque no te escucha, piensa desde qué lugar quieres hacerlo. ¿Quieres ser su dictadora? ¿O su líder? (Ojo, que los líderes también ponen límites, ¿eh? No quiero que haya confusiones).
Aún más cuando tengas un día de esos en los que estás agotada de tanto luchar o un día de esos en los que te sientes culpable porque no lo has hecho como querías (a todas nos pasa, no te creas que eres una mala madre). Hazte esta pregunta: ¿qué relación quiero tener con mi hij@? Te ayudará a ver las cosas más claras.
La comunicación empieza cuando son pequeñitos, compartiendo momentos con ellos cada día y prestándoles atención de verdad, sin mirar el móvil de reojo mientras te está explicando algo. Escuchándoles, no oyéndoles.
La confianza también empieza cuando son pequeñitos, preguntándoles su opinión sobre cosas, dejándoles participar en la familia, cumpliendo lo que les prometemos.
La conexión también empieza cuando son pequeñitos, dándoles abrazos largos cuando veamos que los necesitan, pidiéndoles perdón si vemos que hemos cometido un error con ellos, llegando a acuerdos en vez de imponiendo.
Mi padre siempre me decía de pequeña «cada uno recoge lo que ha sembrado» y así es. Ahora que soy madre, me acuerdo mucho de esta frase y la intento recordar en los momentos esos de «ya no puedo más». En esos momentos, a partir de ahora, recuerda que durante toda su infancia estás sembrando para cuando crezca. Si no, luego llega la adolescencia y entonces queremos recuperar el tiempo perdido y que haya una buena comunicación con nuestros hijos para que nos cuenten si han fumado o si se han enamorado.
La relación con tu hij@ la estás formando ahora, cada día, cada mañana, cada tarde, cada noche. Aprovecha y siembra todo lo que te gustaría recoger cuando tenga 25 años y no olvides que educas a largo plazo.
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Estaré encantada de acompañarte. Te cambiará la vida, ya verás.
Un abrazo fuerte,
María