Ser madre es un viaje intenso y transformador. Un torbellino de amor, dudas, cansancio y momentos de felicidad pura. Un antes y un después en la vida. No importa cuánto te hayas preparado, leído o imaginado cómo sería: la maternidad siempre sorprende. Además, es un camino lleno de ruido: opiniones que llegan sin pedirlas, juicios disfrazados de consejos y esa vocecita interior que a veces te hace dudar de si lo estás haciendo bien.
Desde el primer momento, aparecen los miedos. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Y si me equivoco? ¿Estoy cubriendo todas sus necesidades? ¿Estoy educando de la mejor manera? Miedo a equivocarte, a no ser suficiente, a no estar a la altura. A veces, el miedo te paraliza, te hace dudar de tus propias capacidades. Y lo peor es que, en medio de esas dudas, siempre hay alguien dispuesto a opinar, a juzgar, a señalar lo que cree que deberías hacer diferente.
Parece que tu entorno tiene algo que decir sobre cómo crías a tu hij@. Si lo coges demasiado en brazos, lo malacostumbras. Si lo dejas llorar, eres fría. Si le das pecho mucho tiempo, lo harás dependientes. Si no le das pecho, es porque no te has esforzado lo suficiente. Si trabajas mucho, no pasas tiempo con él o con ella. Si dejas de trabajar fuera de casa, te estás anulando como mujer.
Demasiadas opiniones. Demasiadas voces externas que, si no aprendes a filtrar, acaban pesando demasiado sobre tus hombros y te alejan de lo más importante: disfrutar de tu maternidad.
Hoy quiero recordarte algo que quizás nadie te ha dicho lo suficiente: TÚ eres la mejor madre para tu hij@. No porque lo hagas perfecto, sino porque eres quien lo conoce, quien lo quiere incondicionalmente, quien está ahí en cada momento.
Sí, vas a equivocarte. Como todas. Pero recuerda que cada error es una oportunidad para aprender y crecer junto a tu hij@. No necesitas ser una madre perfecta, sino una madre presente, conectada, auténtica.
Así que, cuando el miedo te invada, cuando las opiniones ajenas te generen dudas, cuando sientas que estás perdiendo el rumbo, recuerda esto:
– Escucha tu instinto. Nadie conoce mejor a tu hij@ que tú.
– Pon límites al ruido externo. No todas las opiniones son valiosas ni necesarias.
– Rodéate de personas que te apoyen y te impulsen. La maternidad es más fácil cuando tienes personas que te sostienen.
– Confía en tu hij@. Aunque haya días en los que te desespere, piensa que está aprendiendo y que ahí estás tú para guiarle y acompañarle.
– No te ahogues en los marrones del día a día, permítete disfrutar. Porque la infancia vuela, y mereces vivirla con menos culpa y más confianza.
Tú mereces una maternidad en la que te sientas libre de ser quien eres, sin miedo a equivocarte, sin la carga de las expectativas ajenas. La maternidad que mereces es aquella en la que te sientes en paz con lo que das y con lo que eres.
Y si alguna vez lo olvidas, aquí estaré para recordártelo. 😉
Si a menudo sientes que te invade el miedo y que no te deja disfrutar de la maternidad, no dudes en buscar apoyo. Yo estaré encantada de acompañarte en este viaje de educar a tus hijos: inscríbete a mi curso de 4h Familias en Órbita.
Toma acción ya, la infancia de tus hij@s pasa volando. Te lo agradecerán siempre.
Un abrazo fuerte,
María