«Mis hijos se pasan el día peleándose, no pueden jugar ni cinco minutos sin chincharse». ¿Podrías ser tú quien dijera esto?
Uno de los dolores de cabeza más habituales en las familias con más de un hijo son las peleas entre hermanos. ¿Qué debemos hacer las madres y los padres en esos momentos? Quien tiene hermanos sabrá lo importantes que son: confidentes infalibles, compañeros de aventuras y apoyos incondicionales. Sin embargo, es cierto que, en algunas etapas, hay peleas y rivalidad entre ellos. Si tus hijos se pelean, lo primero que quiero decirte es que es algo totalmente normal. No pienses que se van a llevar mal cuando sean mayores porque ahora de pequeños no paran de pelearse. Nada más lejos de la realidad. Peleando con un hermano aprenden habilidades de vida tan importantes como comunicar, negociar, ceder, compartir, ser empáticos… Así que siento decirte que las peleas enseñan mucho, aunque a las madres y padres nos consuman nuestra paciencia. Quizás te estarás preguntando: ¿y por qué se pelean? Pues puede ser por muchas razones: para divertirse, para desahogarse, para conseguir atención (de los padres o de los hermanos), para explorar dónde están los límites o simplemente para demostrar que tienen el control. El problema no son sus peleas, sino tu reacción ante ellas. Sé que es difícil, ¿eh? Pero no cojas el papel de «solucionadora de sus peleas», porque entonces no aprenderán nada y seguirá ocurriendo siempre lo mismo. Lo ideal en los conflictos entre hermanos es no intervenir pero, si te ves incapaz de hacerlo, lo mejor es ponerlos a todos en el mismo barco. Es decir, no busques culpables, no importa quién empezó. No les encasilles en roles ni caigas en lo típico de echarle la culpa al mayor por el simple hecho de ser el mayor y tener que dar ejemplo. ¿Entonces qué puedes hacer? Pues como referente suyo que eres, ayudarles a encontrar una solución: ¿Por qué os habéis peleado? ¿Queríais el mismo juguete? ¿O quizás no estabais respetando vuestro turno? Pensemos juntos cómo podemos solucionarlo de otra manera que no sea pegándonos o pellizcándonos. Les estarás enseñando otra habilidad de vida: resolver conflictos. Cuando habléis de lo que ha pasado, déjales bien claras cuáles son las normas básicas de la familia: hablarse y tratarse con cariño y con respeto. Y lo más importante: que en la familia el amor está por encima de todo, de cualquier pelea o discusión. Como me dijo mi hija de seis años el otro día, después de una tarde complicada en la que se había peleado con su hermano sin parar, mami, aunque nos chinchemos o nos enfademos, nos queremos siempre. ¿Se me cayó la baba? Obviamente. Si cada vez que se pelean tus hijos acabáis a gritos y castigado cada uno en su habitación, puedo ayudarte: inscríbete a mi curso de 4h Familias en Órbita. No lo aplaces más, la infancia de tus hij@s pasa volando. Te lo agradecerán siempre. Un abrazo fuerte, María |