Seguro que alguna vez te ha pasado. Estás en plena discusión con tu hij@ porque le has pedido que se lave los dientes, que apague la tele o que se ponga los zapatos para salir, y de repente, con una mezcla de valentía y rebeldía, suelta un desafiante: «¡Tú no mandas!«. Entonces, el tiempo se congela por unos segundos. Sientes cómo algo se revuelve dentro de ti, esa vocecita interna que dice: «¿Perdona? ¿Cómo que yo no mando? ¡Por supuesto que mando!«.

Aunque te cueste, para. Respira hondo. No es un ataque personal, no es una falta de respeto, ni una prueba de que tu hij@ se está convirtiendo en un pequeño dictador sin remedio. Es una declaración de autonomía, una forma de decir: «Yo también quiero tener voz en mi vida«.

La infancia y la adolescencia son etapas en las que los niños buscan definir quiénes son, cómo se relacionan con los demás y cuánto control tienen sobre su propio mundo. Decir «Tú no mandas» no significa que no te quieran o que no te respeten; significa que están explorando su independencia y probando límites.

En lugar de tomártelo como un desafío a tu autoridad, intenta verlo como una oportunidad para enseñarle habilidades importantes: la comunicación respetuosa, la cooperación y la resolución de conflictos.

¿Sabes qué podrías responder, con calma y empatía? (Sé que las primeras veces no es fácil, pero todo es empezar).

«No quiero mandar, te quiero cuidar. Veo que quieres decidir por ti mismo, y eso es genial. Vamos a encontrar juntos una solución”.

Así que, ante un “tú no mandas” o similar, te aconsejo que sigas estos cuatro pasos:

1) Llévalo a la calma (no se razona hasta que no se conecta).

2) Explica brevemente tu propósito real (cuidar).

3) Deja espacio a que hable o a que te muestre sus emociones.

4) Dale amor porque, pase lo que pase, nunca dejaréis de quereros.

Cuando un niñ@ siente que tiene cierta autonomía y que su voz es escuchada, tiene muchas más ganas de cooperar. No se trata de «mandar» o «obedecer», sino de guiar y acompañar. Y recuerda: la forma en que reaccionamos a estas pequeñas grandes batallas diarias es lo que, con el tiempo, moldea su manera de relacionarse con el mundo y con los demás.

Para terminar, no olvides que l@s niñ@s aprenden sobre todo por repetición y que a la primera no se aprende casi nada. Además, entiende que nadie acepta un “no” sin “pelearlo” un poquito.

Si, después de leer esto, te gustaría tener más calma y empatía con tus hij@s pero te das cuenta de que los desafíos del día a día pueden contigo, reserva una e-reunión gratuita de 15min GRATIS conmigo, te escucharé y te explicaré cómo puedes empezar tu viaje estelar hacia el universo de la Disciplina Positiva.

Estaré encantada de acompañarte. La Disciplina Positiva te cambiará la vida, ya verás.

Un abrazo fuerte,

María