Hace unos días estaba cenando con unas amigas y empezamos a hablar de situaciones cotidianas que vivimos con nuestr@s hij@s. Tenemos hijos de edades diferentes y es muy enriquecedor compartir y ayudarnos unas a otras todo lo que podamos, porque lo que está pasando una, otra ya lo ha superado, y anima mucho ver que existe la luz al final del túnel…
Una de las situaciones que salió fue: ¿cómo puedo hacerle entender a mi hijo que no puede tirar las sandalias de tela a la piscina? (un niño de 3 años recién cumplidos). Yo le respondí: es que no lo va a entender, porque con esta edad, tiene que descubrir qué pasa si las tira al agua.
Mi amiga puso cara de póquer, porque lo que nos sale de forma automática es: ¡no tires las sandalias al agua, que no se pueden mojar! ¿Realmente no se pueden mojar? ¿O a los adultos no nos apetece que se mojen? ¿Va a explotar la piscina si caen dentro?
Aquí viene mi reflexión de hoy: en la educación de tus hij@s, elige tus batallas. Y ahora en verano todavía más, que pasarás muchas horas con ellos y no puede ir todo perfecto. Piensa lo que es realmente importante y lucha por ello a muerte: lo que son valores fundamentales en tu familia, lo que quieres que hayan interiorizado a largo plazo (respetar a los demás, colaborar en la familia, ser perseverantes…). Sin embargo, no dejes que te quite energía lo que no es tan importante, porque no te aporta nada.
A veces, parece que l@s niñ@s no pueden mojarse, ni ensuciarse, ni gritar, ni moverse mucho, ni romper cosas. No olvidemos que son niños.
Un día déjale que tire las sandalias al agua, que las moje, que vea si flotan o se hunden, que experimente. ¿Qué puede pasar? Pues únicamente tendrás que secar las sandalias porque estarán empapadas, enseñarle que las tenemos que dejar secar antes de volver a ponérselas y ya está. No es tan grave, ¿no? Y al cabo de unos días ya no tendrá ningún interés en volverlas a tirar, porque ya habrá experimentado lo que pasa.
Ojo, para que nadie me malinterprete: poner límites no sólo es conveniente, sino totalmente necesario para aportarles seguridad y para que aprendan a relacionarse con los demás y con su entorno de forma saludable. Ahora bien, muchas veces prohibimos demasiado. Prohibimos para protegerles, para educar o para corregir, pero a veces nos equivocamos. Prohibimos porque parece que las madres y los padres tenemos que prohibir, ese es nuestro rol.
El problema de basar la educación en prohibiciones y castigos es que muchas veces coartamos tanto su libertad que impedimos que se desarrolle su capacidad de reflexión, su autonomía o incluso su personalidad, en casos más extremos.
Cuando vayas a prohibirles algo a tus hij@s, primero piensa: ¿qué es lo peor que puede pasar? Si no es nada grave o muy importante, muérdete la lengua y disfruta de verles jugar y aprender.
Si quieres aprender a poner límites de manera respetuosa y sin «prohibir por prohibir», reserva una e-reunión gratuita de 15min conmigo, te escucharé y te explicaré cómo puedo ayudarte.
Si sientes que ahora es tu momento y decides subirte conmigo en la nave, verás como mejora la relación con tus hij@s y dejas la frustración y la culpabilidad a un lado, porque te sentirás segura para guiarl@s hacia un futuro estelar.
Es muy fácil: sólo tienes que reservar una e-reunión de 15min gratis conmigo.
Un abrazo fuerte,
María