Aviso: el artículo de hoy viene potente, quiero hacerte pensar…
Si te preguntara cómo sería para ti el hijo o la hija ideal, un hij@ de 10, ¿qué responderías? Piénsalo unos segundos.
Si tu hij@ es pequeñ@, quizás pienses en un niñ@ que te deja dormir, que no te reclama demasiado y que no llora mucho. O, si tu hij@ es más mayor, quizás pienses en un niñ@ que se porta bien, que saca buenas notas, que obedece sin rechistar. En resumen, un niñ@ educad@, sociable, responsable. Un niñ@ que brilla, que te hace sentir orgullosa. Un niñ@ “fácil”.
Sin darnos cuenta, muchas veces medimos a nuestr@s hij@s con una escala invisible de logros y expectativas nuestras, como personas adultas. Queremos que sean independientes, pero no demasiado. Que sean seguros, pero no desafiantes. Que sean felices, pero sin grandes altibajos emocionales. Que sean cariñosos, pero sin exigir tanta atención. Y cuando algo no encaja en esa «imagen ideal» que tenemos, nos preocupamos. Nos preguntamos si lo estamos haciendo bien.
Si esto ya te ha removido y te ha hecho pensar que te gustaría educar a tus hij@s sin tantas expectativas y con más conexión entre vosotros, reserva una e-reunión gratuita de 15min GRATIS conmigo, te escucharé y te explicaré cómo puedes empezar tu viaje estelar hacia el universo de la Disciplina Positiva.
Ahora bien, ¿y si cambias la pregunta? En lugar de preguntarte qué hace que un hij@ sea «de 10», podrías preguntarte: ¿Qué hace que una persona sea «de 10»?
¿Es su capacidad para cumplir las normas? ¿Su facilidad para encajar? ¿Lo mucho que te enorgullece ante los demás? ¿O es lo mucho que te enseña sobre el amor incondicional? ¿Su autenticidad? ¿Su capacidad de amar, de sentirse amado, de aprender de sus errores?
Un hijo de 10 no es el que nunca se equivoca, sino el que se siente lo suficientemente seguro para intentarlo de nuevo.
Un hijo de 10 no es el que nunca desafía, sino el que confía lo suficiente en su relación contigo como para expresarse sin miedo.
Un hijo de 10 no es el que siempre brilla, sino el que sabe que, incluso en sus días más oscuros, sigue siendo valioso.
Si ahora te han venido dudas sobre si lo estás haciendo bien, si sientes que a veces esperas demasiado de tu hij@, respira. Recuerda que no tiene que ser “perfecto” o «perfecta» para ser increíble y para enseñarte cada día.
Porque hace tiempo que entendí que l@s hij@s han venido a enseñarnos.
Nos enseñan paciencia cuando sus timings no coinciden con los nuestros. Nos enseñan humildad cuando nos damos cuenta de que no siempre tenemos la razón. Nos enseñan a mirar el mundo con otros ojos, a maravillarnos con lo cotidiano, a vivir el presente en lugar de correr hacia el futuro.
Nos obligan a enfrentarnos a nuestras propias heridas, con los patrones que heredamos y que, sin darnos cuenta, repetimos. Nos hacen cuestionarnos qué significa amar de verdad, porque el amor por un hijo no es condicional ni depende de su comportamiento. Nos enseñan que controlarlos al 100% es una ilusión y que, por mucho que intentemos moldearlos, ellos ya vienen con su propia esencia.
Así que la próxima vez que tengas que gestionar a tu hij@ en uno de esos momentos difíciles, cuando sientas que no está cumpliendo con esa idea que tienes tú de «hijo de 10», pregúntate: ¿Estoy mirando lo que realmente importa? Porque, al final, un «hijo de 10» es simplemente aquel que crece sabiendo que su valor nunca depende de lo que haga, sino de lo que es.
Para terminar, me gustaría preguntarte: ¿qué es lo que realmente valoras en tu(s) hij@(s)? Es una pregunta para que reflexiones tú, cuando tengas un ratito. Y, por supuesto, si me quieres responder a esta newsletter y contármelo, me encantará.
Si, después de leer esto, crees que pones demasiadas expectativas en tus hij@s y te gustaría educarlos con más conexión auténtica entre vosotros, reserva una e-reunión gratuita de 15min GRATIS conmigo, te escucharé y te explicaré cómo puedes empezar tu viaje estelar hacia el universo de la Disciplina Positiva.
Estaré encantada de acompañarte. La Disciplina Positiva te cambiará la vida, ya verás.
Un abrazo fuerte,
María